Hoy quiero dedicarle mi post a un gran amigo, a la persona que más me saca de quicio, una de la que más me escucha, esa que me lleva a la terminal cuando tengo que viajar, que se cansa de decirme las cosas en la cara sin pensar un segundo lo que me pueden doler, que se pone en pedo y me llama para que le haga enganches con las minas, él que pone tantos palos en la rueda cada vez que salgo con alguien para que no me lastimen.
Esta semana compartí con él, uno de sus momentos más difíciles en su vida, un accidente y en un minuto pierde a su viejos y dos sobrinos, no hay nada en este momento que pueda hacer para que su tristeza se vaya, lo miro a los ojos y veo un vacio que asusta y la confusión latente, pero sigue y tiene mucho por que luchar, y no deja de sorprenderme ver su actitud, su entereza y sobre todo la naturalidad con la que va manejando las cosas.
Yo no puedo cambiar lo que paso o hacer que sienta menos tristeza, me duele tanto pero tanto todo lo que paso, pero estoy, chateamos, lo acompaño a hacer esas pequeñas cosas que en su vida hoy significan grandes pesares, y hablamos mucho.
Amigo aca estoy, para hablar, para pelear, para discutir, para escucharte hablar de tu flia, para llevar la comida al perro y para hacerte cía.
